9. Nos hemos centrado en la experiencia de la URSS porque constituyó la vanguardia de la construcción socialista. Es necesario un mayor estudio sobre el rumbo del socialismo en el resto de Estados europeos, así como el curso del poder socialista en los países asiáticos (China, Vietnam, República Popular Democrática de Corea) y en Cuba.
El carácter socialista de la URSS se basa en lo siguiente: la abolición de las relaciones capitalistas de producción, la existencia de propiedad socialista a la que (a pesar de varias contradicciones) se somete la propiedad cooperativa, la planificación central, el poder obrero y los logros sin precedentes en beneficio de todo el pueblo trabajador.
Esto no puede negarse por el hecho de que, después de cierto período, el Partido perdió gradualmente sus características revolucionarias y, como resultado, las fuerzas contrarrevolucionarias fueron capaces de dominar el Partido y el gobierno en los 80.
Caracterizamos los acontecimientos de 1989-1991 como una victoria de la contrarrevolución, como un derrocamiento de la construcción socialista, como una regresión social. No es accidental que tales acontecimientos fueran apoyados por la reacción internacional, ya que la construcción socialista, especialmente durante el período de abolición de las relaciones capitalistas y la fundación del socialismo hasta la Segunda Guerra Mundial, atacó las bases ideológicas y políticas del imperialismo internacional. Rechazamos el término “colapso” porque subestima la amplitud de la actividad contrarrevolucionaria, la base social sobre la que ésta se puede desarrollar y ser predominante debido a las debilidades y desviaciones del factor subjetivo durante la construcción socialista.
La victoria de la contrarrevolución en 1989-1991 no demuestra que no hubiera un nivel mínimo de desarrollo de las condiciones materiales necesarias para iniciar la construcción socialista en Rusia.
Marx señaló que la Humanidad no se fija más que en los problemas que puede resolver, ya que el problema mismo surge únicamente cuando las condiciones materiales para su solución ya han aparecido. Desde el momento en que la clase obrera, la principal fuerza productiva, lucha por cumplir su misión histórica, más aún con el comienzo de la revolución, las fuerzas productivas se desarrollan al nivel de conflicto con las relaciones de producción, con el modo capitalista de producción; en otras palabras, existen las condiciones materiales para el socialismo, sobre las que se crean las condiciones revolucionarias.
Lenin y los bolcheviques consideraban que los problemas de relativo atraso en el desarrollo de las fuerzas productivas (“nivel cultural”) no los resolvería ningún poder intermedio entre los poderes burgués y proletario, sino la dictadura del proletariado10.
En base a los datos estadísticos de ese período, las relaciones capitalistas de producción y la fase monopolista de su desarrollo eran predominantes en Rusia. Sobre esta base material fue sobre la que se apoyó el poder revolucionario para la socialización de los medios concentrados de producción11. La clase obrera rusa, especialmente su segmento industrial, fundó los soviets como núcleos organizativos para la actividad revolucionaria, bajo la guía del Partido Comunista (Bolchevique), en la lucha por tomar el poder estatal. El Partido Bolchevique, bajo la dirección de Lenin, estaba preparado teóricamente para la revolución socialista: análisis de la sociedad rusa, teoría del eslabón débil de la cadena imperialista, análisis de la situación revolucionaria y teoría de la dictadura del proletariado. Mostró una capacidad característica para ajustar su estrategia con las correspondientes – en cada fase del desarrollo de la lucha de clases – tácticas: alianzas, consignas, maniobras, etc.
Sin embargo, el socialismo se enfrentaba a otras dificultades específicas, dado el hecho de que la construcción socialista comenzó en un país con un menor nivel de desarrollo de las fuerzas productivas (medio-débil, como V. I. Lenin lo definía) en comparación con los países capitalistas avanzados12 y un alto grado de distribución desigual del desarrollo debido a la amplia pervivencia de relaciones precapitalistas, especialmente en las ex-colonias asiáticas del imperio zarista. La construcción socialista comenzó tras la enorme destrucción bélica de la Primera Guerra Mundial y en medio de la guerra civil. Posteriormente se enfrentó a la inmensa destrucción de la Segunda Guerra Mundial, mientras las potencias capitalistas, como EEUU, nunca experimentaron una guerra dentro de sus fronteras. En contraste, utilizaron la guerra para superar la gran crisis económica de los años 30.
El gigantesco desarrollo económico y social que se logró en tales condiciones demuestra la superioridad de las relaciones comunistas de producción. Los acontecimientos no confirman las afirmaciones de varias corrientes oportunistas y pequeñoburguesas. Los análisis socialdemócratas relativos a la inmadurez de la revolución socialista en Rusia no se han confirmado, como tampoco las posiciones trotskistas que afirman que era imposible construir el socialismo en la URSS. El análisis de que la sociedad que surgió tras la Revolución de Octubre no era de carácter socialista o que rápidamente degeneró tras los primeros años de su existencia, y por tanto era inevitable una interrupción de los 70 años de historia de la URSS, es subjetivo y no se apoya en los hechos.
Rechazamos las teorías que afirman que estas sociedades eran algún tipo de “nuevo sistema explotador” o una forma de “capitalismo de estado”, tal como afirman varias corrientes oportunistas.
Es más, los acontecimientos no dan validez a la posición global de la corriente “maoísta” relativa a la construcción socialista en la URSS, a la caracterización de la URSS como socialimperialista, al acercamiento de China a los EEUU, así como a las inconsistencias en asuntos de construcción socialista en China (por ejemplo, el reconocimiento de la burguesía nacional como aliado en la construcción socialista, etc.).
Nuestro propio análisis crítico tiene como parte integrante la defensa de la construcción del socialismo en la URSS y otros países.
10. La contrarrevolución en la URSS no fue resultado de una intervención militar imperialista, sino más bien un proceso interno y desde arriba, resultado de la mutación oportunista del PCUS y la consiguiente dirección política del poder soviético. Priorizamos los factores internos, las condiciones socioeconómicas que reproducen el oportunismo sobre la base de la construcción socialista, por supuesto sin desestimar el efecto a largo plazo y la interferencia multifacética del imperialismo en el desarrollo del oportunismo y su evolución en fuerza contrarrevolucionaria.
En base a la teoría del comunismo científico, hemos formulado un estudio en las siguientes líneas:
- La economía, esto es, el desarrollo de las relaciones de producción y distribución en el socialismo, como base para la aparición y resolución de las contradicciones y las diferencias sociales.
- El funcionamiento de la dictadura del proletariado y el papel del Partido Comunista en la construcción socialista.
- La estrategia y los acontecimientos en el movimiento comunista internacional.
11. El curso de la construcción de una nueva sociedad en la Unión Soviética estuvo determinado por la capacidad del Partido Comunista Bolchevique para cumplir su papel revolucionario, su papel de guía. En primer lugar, su capacidad para procesar y formular a cada paso la necesaria estrategia revolucionaria, para confrontar con el oportunismo y dar una respuesta decidida a las nuevas demandas y desafíos que surgían en el desarrollo del socialismo-comunismo.
Hasta la Segunda Guerra Mundial se fueron creando las bases para la nueva sociedad. Se estaba llevando a cabo con éxito la lucha de clases que llevaría a la abolición de las relaciones capitalistas y a la supremacía del sector socializado de la producción, sobre la base de la planificación central. Se lograron resultados impresionantes en cuanto al crecimiento y la prosperidad social.
Tras la Segunda Guerra Mundial y la reconstrucción posbélica, la construcción socialista entró en una nueva fase. El Partido se enfrentó a nuevas exigencias y desafíos relativos al desarrollo del socialismo-comunismo. El XX Congreso del PCUS (1956) es un punto de inflexión, puesto que en ese congreso se adoptaron una serie de posiciones oportunistas sobre temas económicos, sobre la estrategia del movimiento comunista y las relaciones internacionales. La correlación de fuerzas en la lucha que existió durante todo el período anterior se vio alterada, consolidándose un giro a favor de las posiciones revisionistas y oportunistas, con el resultado de que el Partido, gradualmente, comenzó a perder sus características revolucionarias. En la década de los 80, con la perestroika, el oportunismo se desarrolló completamente como fuerza traidora y contrarrevolucionaria. Las fuerzas comunistas coherentes que reaccionaron en la fase final de la traición, en el XXVIII Congreso del PCUS, no lograron denunciar adecuadamente esas posiciones ni organizar la reacción revolucionaria de la clase obrera.
Análisis de la economía durante el curso de la construcción socialista en la URSS
12. En lo relativo a la economía, con la formulación del primer Plan de Planificación Central, se situaron en el centro del debate teórico y la lucha política los siguientes asuntos. ¿Es la producción socialista producción de mercancías? ¿Cuál es el papel de la ley del valor, de las relaciones mercancía-dinero, en la construcción socialista?
Consideramos incorrecto el análisis teórico que dice que la ley del valor es una ley de desarrollo del modo comunista de producción en su primera fase (socialista). Este enfoque se hizo dominante en la década de los 50 en la URSS y en la mayoría de los PPCC. Esta posición se fortaleció debido al mantenimiento de las relaciones mercancía-dinero durante el tránsito planificado de la producción individual a la producción cooperativa. Esta base material acentuó las deficiencias teóricas y las debilidades políticas en la formulación y aplicación de la planificación central. Durante las décadas posteriores, las políticas oportunistas debilitaron aún más la Planificación Central, erosionaron la propiedad social y fortalecieron a las fuerzas contrarrevolucionarias.
13. El primer período de la construcción socialista hasta la II Guerra Mundial se enfrentó al problema básico y principal de la abolición de la propiedad capitalista y de la gestión planificada de los problemas sociales y económicos que se habían heredado del capitalismo y se exacerbaron por el cerco y la intervención imperialista. Fue durante este período cuando el poder soviético redujo drásticamente la profunda desigualdad que la revolución había heredado del imperio zarista.
Entre 1917-1940, el poder soviético logró principalmente éxitos. Llevó a cabo la electrificación e industrialización de la producción, la expansión de los medios de transporte y la mecanización de una gran parte de la producción agrícola. Se inició la producción planificada y se alcanzaron niveles impresionantes en el desarrollo de la producción industrial socialista. Se desarrollaron con éxito las capacidades productivas domésticas en todas las ramas industriales. Se crearon las cooperativas de producción (koljós) y las granjas estatales (sovjós), y así se estableció la base para la expansión y predominio de las relaciones comunistas en la producción agrícola. Se llevó a cabo la “revolución cultural”. Comenzó la formación de una nueva generación de especialistas y científicos comunistas. El logro más importante fue la completa abolición de las relaciones capitalistas de producción, con la abolición de la venta de la fuerza de trabajo, poniéndose así la base para la nueva formación socioeconómica.
14. La aplicación de algunas “medidas transicionales”, en la perspectiva de una completa abolición de las relaciones capitalistas, era inevitable en un país como la Rusia de los años 1917-1921.
Los factores que forzaron al Partido Comunista Bolchevique a aplicar una política temporal de preservación, hasta cierto punto, de las relaciones de producción capitalistas fueron los siguientes: la composición de clase, donde el elemento agrario pequeñoburgués era mayoritario, la falta de mecanismos de distribución, suministro y monitorización, el apoyo a la pequeña producción y, principalmente, el dramático empeoramiento de las condiciones de sustento y vida derivadas de la destrucción causada por la guerra civil y la intervención imperialista. Todos estos factores dificultaron el desarrollo a medio plazo de la planificación central en ese punto.
La Nueva Política Económica (NEP), que se aplicó tras la guerra civil, fue una política de concesiones temporales al capitalismo. Tenía el objetivo básico de reconstruir la industria tras los estragos de la guerra y, sobre esta base, construir unas relaciones en el ámbito de la producción agrícola que pudieran “atraer” a los campesinos a las cooperativas. Una serie de empresas fueron entregadas a los capitalistas para su utilización (sin que tuvieran ningún derecho de propiedad sobre esas empresas), se desarrolló el comercio, el intercambio entre producción agrícola y la industria socializada se reguló en base al concepto del “impuesto en especie”. Se dio la posibilidad de los campesinos de poner en el mercado los remanentes de la producción agrícola.
Las maniobras y concesiones temporales a las relaciones capitalistas que se exigen en determinadas circunstancias y condiciones especiales no son de ninguna manera una característica inevitable del proceso de construcción socialista. Es atrevido y engañoso utilizar la NEP, tal y como hizo la dirección del PCUS durante la perestroika en los años 80, para justificar la vuelta a la propiedad privada y a las relaciones capitalistas.
15. La nueva fase de desarrollo de las fuerzas productivas a finales de la década de los 20 permitió la sustitución de la NEP por la política del “ataque socialista contra el capitalismo”, que tenía como objetivo principal la completa abolición de las relaciones capitalistas. Se retiraron las concesiones a los capitalistas y se desarrolló la política de la colectivización, es decir, la completa organización cooperativa de la economía agrícola, principalmente en su forma desarrollada, el koljós13. Al mismo tiempo, se desarrollaron (aunque de forma limitada) los sovjoses, las unidades estatales-socialistas de producción agrícola que se basaban en la mecanización de la producción y cuya producción total era de propiedad social.
El primer plan quinquenal comenzó en 1928, 7 años después de la victoria de la Revolución (la guerra civil terminó en 1921). El poder soviético experimentó dificultades desde el principio a la hora de formular un plan central para la economía socialista, principalmente debido a las todavía existentes relaciones capitalistas (NEP) y a un número excepcionalmente grande de productores individuales de mercancías, principalmente campesinos. Las debilidades también eran evidentes en el factor subjetivo, el Partido, y por ello fue necesario desde un determinado momento depender casi exclusivamente de los especialistas burgueses.
Las condiciones específicas (cerco imperialista, amenaza de guerra en combinación con un gran atraso) forzaron la promoción de la colectivización a niveles acelerados, lo que agudizó la lucha de clases, especialmente en las áreas rurales. Por supuesto hubo errores y algunos excesos burocráticos. A pesar de los errores y ciertas exageraciones burocráticas en el desarrollo del proceso de colectivización en la producción agrícola, que fueron señalados por el propio Partido en sus decisiones de ese período14. Sin embargo, la orientación del poder soviético hacia el reforzamiento y la generalización de este proceso iba en la dirección correcta. Tenía el objetivo de desarrollar una forma transicional de propiedad (cooperativa) que contribuiría a la transformación de la pequeña producción individual de mercancías en producción social directa.
16. La política del “ataque socialista contra el capitalismo” se llevó a cabo en condiciones de intensa lucha de clases. Los kulaks (la clase burguesa rural), las capas sociales beneficiadas por la NEP (hombres de la NEP) y los sectores de la intelligentsia que procedían de las antiguas clases explotadoras reaccionaron en múltiples formas, con acciones de sabotaje contra la industria (p.ej. El asunto “Shakty”15) y acciones contrarrevolucionarias en los pueblos. Estos intereses de clase antisocialistas, se reflejaron en el PC, donde se desarrollaron corrientes oportunistas.
Las dos tendencias básicas de la “oposición” (Trotsky – Bujarin) que operaron durante ese período tenían como base común la absolutización del elemento de atraso en la sociedad soviética. Durante la década de los 30 sus análisis convergieron en la tesis de que la superación de las relaciones capitalistas en la URSS era prematura. Sus posiciones fueron rechazadas por el Partido Comunista de los Bolcheviques de la Unión y no fueron confirmadas por la realidad.
Mientras tanto, varias fuerzas oportunistas se unieron a fuerzas abiertamente contrarrevolucionarias que estaban organizando planes para derrocar al poder soviético en colaboración con los servicios secretos de países imperialistas.
Las condiciones imperantes dictaron la confrontación directa y decidida de estos centros con los juicios de 1936 y 1937, juicios que revelaron conspiraciones con elementos del ejército (el caso Tukhachevsky, que fue rehabilitado tras el XX Congreso), así como con los servicios secretos de países extranjeros, especialmente de Alemania.
El hecho de que algunos cuadros dirigentes del Partido y del poder soviético encabezaran corrientes oportunistas indica que, incluso en un cuadro de vanguardia, es posible la desviación, la debilidad a la hora de enfrentarse a la intensidad de la lucha de clases y, finalmente, la ruptura de sus lazos con el movimiento comunista y el alineamiento con la contrarrevolución.
17. Tras la Segunda Guerra Mundial, el debate sobre las leyes de la economía socialista, debate que se había aplazado debido a la guerra, se volvió a intensificar. Se produjo un enfrentamiento sobre problemas específicos16 entre dos corrientes teóricas y políticas básicas, los “mercantiles” y los “antimercantiles” (tovarniki y anti-tovarniki), confrontación que implicó a cuadros del Partido y economistas.
I.V. Stalin, como Secretario General del CC del Partido, estuvo en primera línea de la discusión organizada en el seno del partido y apoyó la dirección antimercantil. Contribuyó a la formulación de las directrices políticas en esa dirección, por ejemplo la fusión de los koljoses y la disolución de las “empresas auxiliares” en los koljoses (que producían materiales de construcción). Se enfrentó a la corriente que presionaba para fortalecer las relaciones mercancía-dinero17 y rechazaba las propuestas de entrega de medios de producción mecanizada a los koljoses. Reconoció que la producción socialista no es producción de mercancías y, así, la ley del valor no puede reconciliarse con sus leyes fundamentales. Subrayó el papel de la Planificación Central en la economía socialista. Argumentó que los medios de producción no son mercancía, a pesar del hecho de que parecen mercancía “en la forma, pero no en el contenido”. Se convierten en mercancía sólo en el comercio exterior18. También reconoció que la operatividad de la ley del valor (de las relaciones mercancía-dinero) en la URSS tenía sus raíces en la producción agrícola cooperativa e individual, que la ley del valor no regula la producción y la distribución socialistas.
La discusión se mantuvo también contra los economistas “de mercado” y los dirigentes políticos que argumentaban que la ley del valor es también en general una ley de la economía socialista. Se planteó una correcta crítica a aquellos economistas que apoyaban la completa abolición de la distribución bajo forma monetaria sin tener en cuenta las limitaciones objetivas que todavía existían en la base productiva de la sociedad del momento.
Un punto débil de este enfoque era la tesis de que los medios de consumo se producen y distribuyen como mercancía19. Esta tesis era correcta sólo en lo concerniente a los productos de producción socialista que se destinaban al comercio exterior, así como al intercambio de productos entre la industria socialista y la producción cooperativa e individual. Era incorrecta en lo concerniente a los restantes medios de consumo de la producción socialista, los cuales no son mercancía, a pesar de que no se distribuyan libremente.
Este enfoque estimaba correctamente que, en la URSS, la propiedad cooperativa (koljós) y la circulación de productos de consumo individual bajo la forma de mercancías habían comenzado a funcionar como freno del poderoso desarrollo de las fuerzas productivas porque bloqueaban el pleno desarrollo de la Planificación Central en todo el espectro de la producción y distribución. Esbozaba las diferencias entre las dos clases que cooperaban, la clase obrera y la clase agraria koljosiana, pero también la necesidad de abolirlas mediante la abolición planificada de la mercantilización de la producción agrícola y la transformación de los koljoses en propiedad social20. A comienzos de los años 50, la dirección soviética estimó correctamente que los problemas a nivel económico eran expresión de la agudización de la contradicción entre las fuerzas productivas que se estaban desarrollando y las relaciones de producción que se estaban dejando atrás. El desarrollo de las fuerzas productivas había alcanzado un nuevo nivel tras la reconstrucción de la economía en la posguerra. Un nuevo impulso dinámico para un mayor desarrollo de las fuerzas productivas exigía la profundización y ampliación de las relaciones socialistas (comunistas inmaduras). El retraso en esto último afectaba a: la Planificación Central, la profundización en el carácter comunista de las relaciones de distribución, una participación obrera más enérgica y consciente en la organización del trabajo y en el control de su administración de abajo a arriba, la erradicación de toda forma de producción individual de mercancías y la subordinación de las cooperativas más desarrolladas a la producción social directa.
Había madurado la necesidad de que se ampliaran las relaciones comunistas, de manera consciente, bien planificada, es decir, preparada teórica y políticamente. También había madurado la necesidad de ganar supremacía en aquellos terrenos de la producción social en los que, en el período anterior, el pleno dominio de las relaciones comunistas no era todavía posible (desde el punto de vista de su madurez material, la productividad del trabajo).
La madurez de la ampliación de las relaciones comunistas en la producción agrícola se refiere fundamentalmente a la capacidad de la industria de proveer la correspondiente maquinaria, la capacidad de la Planificación Central para realizar tareas de mejora de la productividad agrícola, la protección ante las inclemencias del tiempo, etc. A pesar del hecho de que a comienzos de los años 50 todavía existían desigualdades en la URSS, se habían creado importantes condiciones previas de mecanización e infraestructuras que permitieron avanzar en tal dirección. El Informe de Progresos del CC al PC(b) en el XIX Congreso menciona una serie de datos que prueban la conclusión anterior – la existencia de 8.939 Estaciones de Tractores, el incremento de la potencia de arrastre de los tractores en un 59% en relación al nivel de la preguerra, la aplicación de la irrigación y los proyectos de reclamación de tierras durante la reconstrucción posbélica, los avances en la fusión de koljoses durante el período 1950-1952 (97.000 koljoses en 1952 frente a los 254.000 de 1950), etc21.
No obstante, todavía quedaban pequeños koljoses22 que tenían que fusionarse para crear otros más grandes en la dirección de la socialización de la producción agrícola, tal como apoyaba la dirección del Partido Comunista (Bolchevique). El objetivo era sacar los excedentes de la producción de los koljoses de la distribución mercantil y su tránsito al sistema de intercambio entre la industria estatal y los koljoses. Se inició también un debate sobre las posibilidades de crear un órgano económico unificado que avanzase hacia un “sector productivo global” que tuviera la responsabilidad de asignar toda la producción de productos de consumo.
La dirección del partido y del Estado adoptó una posición clara en el debate referente al tema de las proporciones necesarias entre la Sección I de la producción social (producción de medios de producción) y la Sección II (producción de bienes de consumo). Defendió correctamente la prioridad esencial de la Sección I en la distribución proporcional planificada del trabajo y la producción entre las diferentes ramas de la industria socialista. La reproducción ampliada y la acumulación socialista (riqueza social), necesarias para la futura ampliación de la prosperidad social, dependen de esta categoría de la producción (Sección I).
Las posiciones y directrices correctas de Stalin y los economistas y cuadros “anti-mercantiles” del PC no lograron conducir a la elaboración de un amplio plan teórico y una correspondiente línea política, capaz de confrontar con las posiciones teóricas y las decisiones políticas orientadas al mercado que se estaban fortaleciendo. Contribuyeron a esto las fuertes presiones sociales, así como las discrepancias, deficiencias y fluctuaciones que existían en el seno de la corriente “anti-mercantil”.
18. La resistencia social (de los campesinos koljosianos, ejecutivos de la producción agrícola y la industria) a la necesidad de una ampliación y profundización de las relaciones socialistas de producción se expresó, a nivel político e ideológico, en la lucha interna del partido a comienzos de los años 50. El duro debate que terminó con la aceptación teórica de la ley del valor como ley del socialismo llevó a decisiones políticas con consecuencias inmediatas y poderosas en el rumbo del desarrollo socialista, en comparación con el período de preguerra, cuando el atraso material había hecho que el efecto de estas posiciones teóricas fuera menos dañino.
Estas fuerzas se expresaron políticamente a través de las posiciones adoptadas en las decisiones del XX Congreso del PCUS, congreso que demostró ser el de la supremacía de la desviación derechista oportunista. Se fueron adoptando decisiones políticas que ampliaban las relaciones mercancía-dinero (potencialmente capitalistas) en nombre de la corrección de las debilidades de la Planificación Central y de la administración de las unidades productivas socialistas.
Para solucionar los problemas que surgieron en la economía se utilizaron medios y vías que pertenecían al pasado. Con la promoción de las políticas “de mercado”, en lugar del reforzamiento de la propiedad social y la Planificación Central, de la homogeneización de la clase obrera (con la ampliación de las capacidades para la multiespecialización, la alternancia en la división técnica del trabajo), de la participación obrera en la organización del trabajo, el control obrero de abajo arriba, se comenzó a fortalecer la tendencia contraria. En tales circunstancias, el nivel de conciencia social comenzó a retroceder gradualmente. Se perdió la experiencia previa y la efectividad de la industria soviética y del movimiento stajanovista en el control de calidad, en la más efectiva organización y administración, en las intervenciones para la conservación del material y el tiempo de trabajo.
Los economistas “de mercado” (Lieberman, Nemtsinov, Trapeznikov, etc.) interpretaron erróneamente los problemas existentes en la economía, no como debilidades subjetivas en la planificación23, sino como consecuencias derivadas de la debilidad objetiva de la Planificación Central para responder al desarrollo del volumen de producción, a la variedad de sectores y a la variedad de productos necesarios para satisfacer las nuevas necesidades sociales.
Afirmaban que la causa teórica era la negación voluntarista del carácter mercantil de la producción en el socialismo, la subestimación del desarrollo de la agricultura y la sobreestimación de la posibilidad de intervención subjetiva en la administración económica.
Mantenían que no era posible que los organismos centrales determinasen la calidad, la tecnología y los precios de todas las mercancías y el nivel de los salarios, y que el uso de mecanismos de mercado era necesario para facilitar los objetivos de una economía planificada.
De esta manera prevalecieron, a nivel teórico, las teorías de la “producción mercantil socialista” o del “socialismo con mercado” y la aceptación de la ley del valor como ley del modo de producción socialista (comunista inmaduro), que opera incluso en la fase de desarrollo socialista. Estas teorías fueron la base para la formulación de las políticas económicas24.
19. La política de debilitamiento de la Planificación Central y la propiedad social se aceleró tras el XX Congreso. En 1957, los ministerios de rama que dirigían la producción industrial en la URSS y en cada república fueron disueltos y se crearon los Órganos de Administración Regional “Sovnarkhoz” (Consejos Económicos Regionales). De esta forma se debilitaba la dirección central de la planificación25. En lugar de planificar la transformación de los koljoses en sovjoses y, especialmente, en lugar de iniciar la transferencia planificada de toda la producción de los koljoses al control estatal, en 1958 los tractores y otra maquinaria26 pasaron a ser propiedad de los koljoses27, política que había sido rechazada en el pasado. Estos cambios no sólo no resolvieron los problemas sino que, al contrario, hicieron aparecer otros problemas o crearon otros nuevos tales como la escasez de piensos y un retraso en la renovación técnica de los koljoses.
A mediados de los 60, los errores de naturaleza subjetiva en la administración del sector agrícola de la economía fueron señalados como la causa de los problemas28. Las posteriores reformas incluyeron: la reducción de las cuotas entregadas al Estado por los koljoses29, la posibilidad de vender los excedentes a precios más altos, el levantamiento de las restricciones a las transacciones de las familias koljosianas y la supresión del impuesto sobre la propiedad privada de animales. Se suprimieron las deudas de los koljoses al Banco Estatal, se ampliaron los términos para saldar las deudas por los adelantos de dinero, se permitió la venta de piensos directamente a los propietarios privados de animales. Así se mantuvo y amplió la parte de la producción agrícola que procedía de familias rurales individuales y de los koljoses, y que se vendía libremente en el mercado30, mientras se profundizaba en el retraso de la producción ganadera y se incrementaba la desigualdad en la satisfacción de las necesidades de productos agrícolas entre las diferentes regiones y Repúblicas de la URSS.
Se aplicó una política similar de reforzamiento del carácter de mercancía (a expensas del carácter directamente social) de la producción industrial, conocida como las “reformas Kosygin”31 (el sistema de “responsabilidad económica” - “khozrachet” - de las empresas, de naturaleza sustantiva y no formal). Se argumentaba que esto combatiría la reducción de la tasa anual de crecimiento de la productividad laboral y de la producción anual que se observaron en los primeros años de la década de los 60, como resultado de las medidas que socavaron la Planificación Central en la dirección de los sectores industriales (Sovnarkhoz-1957).
La primera ola de reformas se lanzó en el intervalo entre el XXIII (1966) y el XXIV (1971) Congresos. Según el Nuevo Sistema, las remuneraciones adicionales (primas) a los directores serían calculadas no sobre la base del sobrecumplimiento del plan de producción en términos de volumen de producción32, sino sobre la base del sobrecumplimiento del plan de ventas y dependerían de la tasa de beneficio de la empresa. Una parte de la remuneración adicional de los trabajadores también procedería del beneficio, igual que la mayor satisfacción de las necesidades de vivienda, etc. De esta forma, se adoptó el beneficio como incentivo para la producción. Se incrementaron las diferencias salariales. Se dio la posibilidad de transacciones horizontales de mercancías y dinero entre empresas, de acuerdos directos con “unidades de consumidores y organizaciones comerciales”, de fijación de precios, de obtención de beneficios sobre la base de estas transacciones, etc. El Plan Central determinaría el nivel total de producción e inversión sólo para las nuevas empresas. La modernización de las empresas antiguas se financiaría con los beneficios de las empresas.
Estas reformas afectaban a todo el sector de la denominada “propiedad de todo el pueblo”, es decir, afectaban a la propia operativa de los sovjoses (granjas estatales). A partir de una decisión del CC del PCUS y del Consejo de Ministros de la URSS (de 13 de abril de 1967), los sovjoses comenzaron a pasar al régimen de plena responsabilidad económica. En 1975, todos los sovjoses operaban “bajo la plena responsabilidad económica”33.
Este desliz teórico y el correspondiente paso atrás político en la URSS tuvo lugar durante una nueva fase, cuando el mayor nivel de desarrollo de las fuerzas productivas necesitaba un correspondiente desarrollo de la Planificación Central. En otras palabras, había madurado la necesidad de una profundización en las relaciones socialistas.
Las reformas del mercado que se eligieron no eran las únicas posibles. La confrontación de los problemas económicos requería la elaboración de incentivos e índices de la Planificación Central más efectivos, así como su aplicación a nivel sectorial, intersectorial y de empresa. Al mismo tiempo se rechazaron propuestas y planes para la utilización de computadoras y tecnologías de la información34 que habrían contribuido a la mejora en el procesamiento técnico de los datos con el fin de mejorar la observación y el control de la producción de valores de uso por medio de indicadores cuantitativos y cualitativos.
Con las reformas del mercado, con el distanciamiento de la unidad de producción socialista de la Planificación Central, el carácter socialista de la propiedad de los medios de producción se debilitó. Se creó la posibilidad de violar el principio de distribución “según el trabajo”.
El XXIV Congreso del PCUS (1971), con sus directrices sobre la formulación del 9º Plan Quinquenal (1971-1975), invirtió la prioridad proporcional de la Sección 1 sobre la Sección 2. La inversión se había propuesto en el XX Congreso, pero no se había aceptado. La modificación se justificó como una decisión que reforzaría el nivel de consumo popular. En realidad, se trataba de una decisión que violaba la ley socialista y suponía efectos negativos para el crecimiento de la productividad del trabajo. El desarrollo de la productividad del trabajo – un elemento fundamental para el incremento de la riqueza social, la satisfacción de las necesidades y el desarrollo total del hombre – presupone el desarrollo de los medios de producción. La planificación debería haber tratado con más eficacia la siguiente necesidad: la introducción de la tecnología moderna en la industria, en los servicios de transporte, en el almacenamiento y la distribución de los productos.
Esta decisión de invertir las proporciones no sólo no ayudó a gestionar las contradicciones que se habían expresado (p.ej: el exceso de ingreso en forma de dinero y la falta de una cantidad adecuada de bienes de consumo, tales como electrodomésticos y televisiones en color), sino que alejó a la Planificación Central de su objetivo básico de incrementar la prosperidad social. Además agravó la contradicción entre el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas y el nivel de las relaciones comunistas de producción y distribución.
En los 80, a nivel político, las decisiones del XXVII Congreso (1986) supusieron otra opción oportunista. Posteriormente, la contrarrevolución fue promovida con la aprobación de la ley (1987) que legitimaba institucionalmente las relaciones económicas capitalistas bajo el disfraz de la aceptación de diversas formas de propiedad.
A comienzos de los 90, la propuesta socialdemócrata de la “economía de mercado planificada” (programa del CC del PCUS en el XXVIII Congreso) fue rápidamente abandonada en beneficio de la posición de la “economía de mercado regulada”, la cual fue luego sustituida por la “economía de libre mercado”.
20. La dirección que se hizo predominante puede analizarse hoy no sólo teóricamente, sino también por medio de sus resultados. Dos décadas después de la aplicación de esas reformas, los problemas se habían agudizado claramente. El estancamiento apareció por primera vez en la historia de la construcción socialista. El retraso tecnológico siguió siendo una realidad en la mayoría de las industrias. Empezaron a escasear muchos productos de consumo, y surgieron problemas adicionales en el mercado, puesto que las empresas provocaban subidas artificiales de precios, acumulando las mercancías en almacenes o suministrándolas en cantidades controladas.
Un índice importante que refleja el retroceso de la economía soviética en los años 70 fue la pérdida de peso de la URSS en la producción mundial de materias primas industriales y de manufacturas.
La cada vez mayor interacción de elementos de mercado en la producción social directa del socialismo la debilitó. Condujo a un descenso en las dinámicas de desarrollo socialista. Fortaleció los intereses a corto plazo individuales y grupales (con un incremento en las diferencias salariales entre trabajadores en cada empresa, entre los trabajadores y el mecanismo de gestión, entre diferentes empresas) frente a los intereses globales de la sociedad. Con el paso del tiempo, se crearon las condiciones sociales para el surgimiento de la contrarrevolución y su victoria final con la perestroika como vehículo.
Con estas reformas, se creó la posibilidad de que, cantidades de dinero que se habían acumulado inicialmente por medios ilegales (contrabando, etc.) fueran invertidas en el mercado negro (ilegal). Estas oportunidades fueron principalmente para funcionarios de las capas gestoras de las empresas y los sectores de la producción y los cuadros del comercio exterior. La Fiscalía General de la URSS disponía de datos relativos a la denominada “paraeconomía” (economía paralela). Según estas estadísticas, una parte importante de la producción cooperativa o estatal agrícola se canalizaba hacia los consumidores por vías ilegales.
Se ampliaron las diferencias de ingresos entre los productores agrícolas individuales, los koljosniks, así como la oposición a la tendencia al fortalecimiento del carácter social de la producción agrícola. Una parte de los campesinos y de los cuadros gestores de los koljoses, que se estaban enriqueciendo, se vio fortalecida como capa social que dificultaba la construcción socialista. Las diferencias sociales en la industria fueron aún más intensas con la concentración de los “beneficios empresariales”. El denominado “capital sombra”, resultado no sólo de los beneficios empresariales sino también del mercado negro, de actos criminales de malversación del producto social, buscaba funcionar legalmente como capital en la producción, es decir, la privatización de los medios de producción y el restablecimiento del capitalismo. Los propietarios de este capital formaron la fuerza social impulsora de la contrarrevolución. Utilizaron su posición en los organismos estatales y del partido y el apoyo de sectores de la población dubitativos que eran vulnerables a la influencia de la ideología burguesa (p.ej: una parte de la intelectualidad, sectores de la juventud, especialmente estudiantes, quienes, por diferentes razones, estaban insatisfechos35). Estas fuerzas, directa o indirectamente, influenciaron al Partido, fortaleciendo su erosión oportunista y su degeneración contrarrevolucionaria, que se expresó con políticas como la “perestroika” que buscaban la consolidación institucional de las relaciones capitalistas. Esto se logró tras la perestroika, con el derrocamiento del socialismo.
Conclusiones sobre el papel del Partido Comunista en el proceso de construcción socialista.
21. El papel indispensable del Partido en el proceso de construcción socialista se expresa en su dirección del poder estatal de la clase obrera, en la movilización de las masas para participar en este proceso.
La clase obrera se constituye en fuerza dirigente de este nuevo poder estatal, principalmente y de forma fundamental a través de su Partido.
La lucha por la creación y el desarrollo de la nueva sociedad es llevada a cabo por el poder obrero revolucionario con el Partido Comunista como su núcleo dirigente, el cual utiliza las leyes motrices de la sociedad socialista-comunista. El ser humano, al convertirse en dueño de los procesos sociales, pasa gradualmente del reino de la necesidad al reino de la libertad. De ahí surge el papel superior del factor subjetivo en relación a todas las formaciones socioeconómicas precedentes, donde la actividad humana estaba dominada por la aplicación espontánea de las leyes sociales basadas en el desarrollo espontáneo de las relaciones de producción.
En consecuencia, la naturaleza científica y de clase de las políticas del Partido Comunista es una condición previa fundamental para la construcción socialista. Si estas características se pierden, se instala el oportunismo, el cual, si no es atajado a tiempo, deviene en fuerza contrarrevolucionaria.
La tarea de desarrollar las relaciones comunistas de producción exige el desarrollo de la teoría del comunismo científico por medio de la utilización por el PC del estudio científico para los objetivos clasistas, del estudio de las leyes motrices de la formación socioeconómica comunista. La experiencia ha demostrado que los partidos gobernantes, en la URSS y en otros países socialistas, no cumplieron esta tarea con éxito.
La conciencia de clase de toda la clase obrera no se desarrolla espontáneamente o de forma uniforme. La elevación de la conciencia comunista de las masas de la clase obrera se determina sobre todo por el fortalecimiento de las relaciones comunistas de producción y por el grado de participación de la clase obrera en la dirección del PC, que es el principal vehículo para la difusión de la conciencia revolucionaria entre las masas. Junto con esta base material debe implantarse también el trabajo ideológico, el impacto del partido revolucionario que consolida su papel dirigente en la medida que moviliza a la clase obrera a construir el socialismo.
La conciencia de la vanguardia siempre debe ir por delante de la conciencia formada a escala de masas entre la clase obrera por las relaciones económicas. De ahí surge la necesidad para el Partido de tener un alto nivel teórico e ideológico, de no titubear en la lucha contra el oportunismo, no sólo en las condiciones del capitalismo, sino aún más en las condiciones de la construcción socialista.
22. El giro oportunista que predominó desde los años 50, tras la II Guerra Mundial, la pérdida gradual del papel revolucionario del Partido, confirman que el peligro de gestación de desviaciones en la sociedad socialista nunca desaparece. Más allá del cerco imperialista y su innegable impacto negativo, la base social del oportunismo persiste mientras persistan formas de propiedad privada y grupal, mientras persistan las relaciones mercancía-dinero y las diferencias sociales. La base material del oportunismo seguirá existiendo durante toda la duración de la construcción socialista y mientras el capitalismo, especialmente los Estados capitalistas poderosos, existan sobre la faz de la Tierra.
La nueva fase abierta tras la Segunda Guerra Mundial encontró al Partido debilitado en términos ideológicos y de clase, con masivas pérdidas de cuadros experimentados y curtidos en la lucha de clases, con debilidades teóricas para responder a nuevos problemas que iban agudizándose. Era vulnerable a la lucha interna que reflejaba las existentes diferencias sociales. En estas condiciones, la balanza se inclinó a favor de la adopción de posiciones oportunistas y revisionistas que habían sido derrotadas en las fases previas de la lucha interna.
La adopción de posiciones revisionistas y oportunistas por la dirección del PCUS y otros partidos comunistas acabó por transformar a estos partidos en vehículos que condujeron a la contrarrevolución en los 80.
El XIX Congreso (1952) destacó la subestimación de éstos y otros serios problemas en el desarrollo del trabajo ideológico del Partido36. Los datos oficiales revelan cambios en el número y composición de la militancia del Partido. En el XVIII Congreso (marzo de 1939), el PC (b) tenía 1.588.852 miembros de pleno derecho y 888.814 candidatos. Durante la II Guerra Mundial, el número de miembros de pleno derecho superaba los 3.615.000 y los candidatos superaban los 5.319.00037. En la guerra el PC perdió 3 millones de miembros38. En el XIX Congreso de 1952, el PCUS sumaba 6.013.259 miembros y 868.886 candidatos39.
El giro oportunista que tuvo lugar en el XX Congreso (1956) del PCUS y la consiguiente pérdida de las características revolucionarias del Partido, partido en el gobierno que a la vez era objetivo de la agresión imperialista, hicieron que el despertar y la unión de los comunistas coherentes fuese más difícil. Tuvo lugar una lucha en las filas del PCUS antes, durante40y después del XX Congreso. El período en que Andropov fue Secretario General del Comité Central del PCUS (noviembre de 1982 a febrero de 1984), que precedió al período de la perestroika, es demasiado breve para ser juzgado definitivamente. No obstante, en artículos y documentos del PCUS de ese período, se hacen referencias a la necesidad de intensificar la lucha contra los análisis burgueses y reformistas relativos a la construcción del socialismo, así como a la necesidad de estar vigilantes ante las actividades subversivas del imperialismo.
Las fuerzas comunistas coherentes no fueron capaces de denunciar a tiempo la naturaleza traidora y contrarrevolucionaria de la línea que prevaleció en el Pleno del CC de abril de 1985 y en el XXVII Congreso del PCUS (1986). La Historia ha demostrado que en el XXVIII Congreso (1990), en la víspera del asalto final de la contrarrevolución, coexistían en el PCUS fuerzas burguesas, oportunistas y comunistas. Las fuerzas comunistas no tuvieron la fuerza para vencer, para evitar la victoria de la contrarrevolución, aunque ofrecieron resistencia en el XXVIII Congreso y más adelante. Se agruparon en torno al “Frente Unido del Pueblo Trabajador de Rusia”, eligieron candidatos para los puestos de presidente y vicepresidente de Rusia. A través del “Movimiento por la Iniciativa Comunista” en las filas del PCUS, trataron de lograr la expulsión de Gorbachov del Partido por actividades anticomunistas41.
A pesar de tal resistencia, no se formó a tiempo una vanguardia comunista revolucionaria, con claridad política e ideológica y cohesión, capaz de liderar a la clase obrera en lo ideológico, en lo político y en lo organizativo frente a la contrarrevolución que se desarrollaba. Incluso aunque no se hubiese podido detener esa deriva, especialmente en los 80, es seguro que la resistencia, tanto en los partidos gobernantes como en el movimiento comunista internacional, hubiese asegurado que la lucha actual por la reconstrucción del movimiento internacional estaría teniendo lugar en mejores condiciones, y que habría condiciones para superar su profunda crisis.
El desarrollo y prevalencia de las posiciones ideológicas revisionistas y las políticas oportunistas, la gradual erosión oportunista del PCUS y de otros partidos comunistas gobernantes, la degeneración del carácter revolucionario del poder estatal y el pleno desarrollo y victoria de la contrarrevolución no eran inevitables.
Seguimos investigando todos los factores que contribuyeron a este desarrollo. Los siguientes factores pueden ser constatados:
A) El deterioro del nivel de la educación política marxista en la dirección de los partidos comunistas y en todo el Partido, dadas las condiciones específicas de la guerra, las grandes pérdidas de cuadros y el repentino incremento del número de miembros del partido, que entre otros resultados supuso el retraso del desarrollo de la economía política del Socialismo.
- La relativa dependencia que tenía el poder estatal comunista en la URSS en sus comienzos de cuadros administrativos y científicos de origen burgués.
- La herencia histórica de la URSS desde el punto de vista de la amplitud del retraso pre-capitalista y su desigual desarrollo capitalista.
- Necesitan más investigación los cambios en la composición de clase del Partido, en su estructura y funcionamiento y su impacto en el nivel ideológico y las características revolucionarias del Partido, sus miembros y cuadros.
- Las masivas pérdidas de la Segunda Guerra Mundial y los sacrificios en la prosperidad social que requirió la reconstrucción de posguerra, bajo las condiciones de competencia con la reconstrucción capitalista de Europa Occidental que era apoyada en gran medida por la capacidad y necesidad de EEUU de exportar capital.
- Problemas y contradicciones en la asimilación de los países de Europa oriental y central del sistema socialista.
- El miedo a nueva guerra, debido a las intervenciones imperialistas en Corea, etc., la Guerra Fría, el dogma Holstein sobre Alemania Occidental (el no reconocimiento de la RDA y su caracterización como “zona de ocupación soviética”).
B) La estrategia imperialista se adaptó a los diferentes períodos del poder obrero revolucionario (ataque imperialista directo en 1918 y 1941, comienzo de la “guerra fría” en 1946), incluyendo una política diferenciada de relaciones diplomáticas y transacciones comerciales con algunos estados de Europa central y oriental, así como una más directa presión ideológica y política sobre la URSS. La política intervencionista del imperialismo internacional hacia los países que construían el socialismo utilizó el papel subversivo de la socialdemocracia internacional.
La correlación de fuerzas internacional durante la Segunda Guerra Mundial favoreció el fortalecimiento del oportunismo, que finalmente prevaleció en los años 50. La multifacética presión externa desde el principio de los años 40 adoptó las siguientes formas:
- Ocupación imperialista alemana de una parte importante de la URSS.
- Cerco imperialista sobre la URSS por medio de su alianza forzada con los EEUU y Gran Bretaña.
- Problemas en la línea estratégica del movimiento comunista internacional, especialmente en los partidos comunistas de EEUU y Gran Bretaña, es decir, en los PC's de las principales potencias imperialistas, que se convirtieron en aliadas cuando una parte importante de la URSS cayó bajo ocupación alemana.
- Presión de las fuerzas pequeñoburguesas en los frentes de liberación, y de sus gobiernos en los estados que se aliaron a la URSS.
La presión externa se entremezcló con la presión interna de las fuerzas pequeñoburguesas (o incluso de cuadros de origen burgués en la economía y la administración). La producción privada (individual) de mercancías se fortaleció en la URSS con la incorporación de nuevos territorios tras la Segunda Guerra Mundial.
Todos los anteriores son factores para el desarrollo del oportunismo, condiciones bajo las cuales tuvo lugar un gran crecimiento del Partido y tuvo lugar una pérdida de cuadros y miembros de la Revolución.
Ha de estudiarse más la evolución de la composición social del Partido, de las estructuras y de los procesos internos (las razones para la postergación de la celebración de un congreso) y su influencia a nivel ideológico y sobre las características revolucionarias del Partido en su conjunto, en sus miembros y cuadros.
C) Problemas de estrategia y la ruptura del movimiento comunista internacional.
El desarrollo del Poder Soviético
23. La base teórica para el análisis del curso del poder soviético es que el poder estatal socialista es la dictadura del proletariado. Se trata de un poder estatal obrero que no se comparte, tal como ocurre en todas las formas de poder estatal. La dictadura del proletariado es el órgano de la clase obrera en la lucha de clases, que continúa por otras vías y formas.
La clase obrera, como portadora de las relaciones comunistas que se están formando, como propietaria colectiva de los medios de producción socializados, es la única clase que puede dirigir la lucha por la predominancia total de las relaciones comunistas, por la “erradicación” de las clases y la abolición del Estado. Por medio de su poder estatal revolucionario, la clase obrera, como clase dominante, lleva a cabo una alianza con otros sectores populares (p.ej., los pequeños propietarios cooperativos en la ciudad y el campo, los autónomos en el sector servicios), así como con científicos, intelectuales y técnicos cuyo origen son las capas medias-altas y que todavía no son trabajadores de la producción social directa (socialista). Por medio de esta alianza, la clase obrera tratará de dirigir a estos sectores en la construcción y desarrollo del socialismo, hacia la total predominancia de las relaciones comunistas.
Tal alianza incluye, evidentemente, la existencia de compromisos, así como de luchas, puesto que existen contradicciones objetivas entre estas fuerzas sociales, puesto que esta alianza agrupa intereses comunes y diferentes que pueden potencialmente competir entre sí. Tales contradicciones, si no se solucionan en el sentido de ampliar y profundizar en las relaciones socialistas, pueden agudizarse y desembocar en contradicciones antagónicas42.
La dictadura del proletariado se mantendrá hasta que todas las relaciones sean comunistas, es decir, mientras sea necesario que exista el Estado como mecanismo de dominación política. Su necesidad también es resultado de la continuación de la lucha de clases a nivel internacional.
24. Las decisiones políticas relativas a la superestructura, las instituciones de la dictadura del proletariado, el control obrero, etc., están íntimamente conectadas con las decisiones políticas en el ámbito de la economía, puesto que la tarea más esencial de la dictadura del proletariado es la formación de las nuevas relaciones sociales.
En la primera Constitución de la RSFSR43 y en la primera Constitución de la URSS de 1924 (así como en las constituciones de las Repúblicas de 1925), la relación comunista entre las masas y la maquinaria estatal se garantizaba por medio de la representación electoral indirecta de los obreros que tenía como circunscripción electoral la unidad de producción. El derecho a voto sólo se garantizaba a los obreros (no a los ciudadanos en general). La burguesía, los terratenientes, cualquiera que explotase el trabajo de otro, curas y monjas, elementos contrarrevolucionarios, no tenían derecho a voto. Las concesiones a los capitalistas en el período de la NEP no incluyeron derechos políticos.
En la constitución de 1936 se estableció la representación electoral directa por medio de circunscripciones electorales geográficas (la región se convirtió en la circunscripción electoral y la representación era proporcional al número de habitantes). Se abolió la celebración de elecciones en asambleas generales y se sustituyó por estas circunscripciones electorales. Se garantizó a todos el derecho a voto por medio de urnas con voto secreto.
Las modificaciones en la constitución de 1936 trataban de resolver algunos problemas44, tales como la falta de comunicación directa del partido y los funcionarios soviéticos con la base, el funcionamiento de los soviets, los fenómenos burocráticos, etc., y también a estabilizar el poder soviético de cara a la cercana guerra.
El enfoque crítico hacia estos cambios se centra en la necesidad de estudiar más en profundidad la degradación funcional de la unidad de producción como núcleo de la organización del poder estatal de la clase obrera, debido a la abolición de la elección indirecta de delegados por medio de congresos y asambleas generales. Tenemos que estudiar su impacto negativo en la composición de clase de los altos órganos del estado y en la aplicación del derecho de revocación de los delegados (lo que según Lenin supone el elemento básico de la democracia en la dictadura del proletariado).
25. Tras el XX Congreso (1956) se fortalecieron los poderes de los soviets locales en cuestiones relativas a la “responsabilidad económica” y la “autogestión” de las empresas socialistas. Así, el centralismo democrático a nivel político sufrió un retroceso parejo al de la Planificación Central a nivel económico. Se tomaron medidas que fortalecieron la “permanencia” de funcionarios en los soviets, por medio del gradual incremento de los plazos en el cargo y de una mayor posibilidad de exención de delegados de sus tareas en la producción.
En el XXII Congreso del PCUS (1961) se adoptaron resoluciones y enfoques erróneos relativos al “socialismo desarrollado” y al “fin de la lucha de clases”. En nombre de las “contradicciones no antagónicas” entre clases y grupos sociales, se adoptó la posición de que la URSS era un “Estado de todo el pueblo” (lo que se consolidó en la reforma constitucional de 1977) y el PCUS un “partido de todo el pueblo”. Este acontecimiento contribuyó a alterar las características del estado obrero revolucionario, al deterioro en la composición de clase del Partido y sus cuadros, a la pérdida de la vigilancia revolucionaria, que se teorizó con la tesis de la “irreversibilidad” de la construcción socialista.
Con la perestroika y la reforma del sistema político en 1988, el sistema soviético degeneró hacia un organismo burgués parlamentario con una división de las funciones ejecutivas y legislativas, una permanencia de los cargos y un socavamiento del derecho de revocación, altas remuneraciones, etc.
26. La experiencia práctica revela el gradual distanciamiento de las masas de la participación en el sistema soviético, que en los 80 tenía un carácter puramente formal. Este distanciamiento no puede atribuirse en exclusiva o principalmente a los cambios en el funcionamiento de los soviets, sino a las diferencias sociales que se fortalecieron con las políticas económicas, a la agudización de las contradicciones entre los intereses individuales y de grupo, por un lado, y el interés colectivo social, por otro. De esta forma los criterios de control obrero fueron degenerando o adoptando un carácter simplemente formal.
A la vez que la dirección del PCUS adoptaba políticas que debilitaban el carácter social de la propiedad y fortalecían los intereses individuales y grupales, se creó una sensación de alienación de la propiedad social y se erosionó la conciencia. Se abrió el camino a la pasividad, la indiferencia y el individualismo, ya que la realidad cada vez se alejaba más de las declaraciones oficiales, mientras caían la producción industrial y agrícola, y con ellas la capacidad de satisfacer las crecientes necesidades sociales.
La clase obrera, las masas populares en general, no rechazaban el socialismo. Es destacable que las consignas utilizadas durante la perestroika fueran “revolución dentro de la revolución”, “más democracia”, “más socialismo”, “socialismo con rostro humano”, “retorno a los principios leninistas”, ya que una gran parte del pueblo, que veía los problemas, quería cambios en el marco del socialismo. Por esta razón las medidas que inicialmente debilitaron las relaciones comunistas y fortalecieron las relaciones mercancía-dinero, y aquellas que luego abrieron la vía para el regreso de la propiedad privada de los medios de producción, fueran promovidas como medidas que fortalecían el socialismo.
La estrategia del Movimiento Comunista Internacional y los acontecimientos en su seno
27. Los acontecimientos en el seno del movimiento comunista internacional y las cuestiones de su estrategia jugaron un papel importante en la lucha de clases mundial y en la configuración de la correlación de fuerzas45.
Se expresaron problemas de unidad ideológica y estratégica durante toda la vida de la Internacional Comunista (IC), relacionados con la naturaleza de la Revolución, el carácter de la guerra venidera y el auge del fascismo en Alemania46, así como la actitud frente a la socialdemocracia.
Los grupos oportunistas en el Partido Comunista Bolchevique (trotskistas y bujarinistas), estaban también vinculados a la lucha que se desarrollaba en el seno de la IC con respecto a la estrategia del movimiento comunista internacional. A finales de la década de los 20, en el VI Congreso de la IC, Bujarin, como presidente de la IC, apoyaba a fuerzas en los partidos comunistas y en la IC que sobreenfatizaban la “estabilización del capitalismo” y la improbabilidad de un nuevo auge revolucionario, y expresaban un espíritu de compromiso con la socialdemocracia, especialmente con el “ala izquierda”, etc.
La relajación en el funcionamiento de la IC como centro unificado había aparecido muchos años antes de su autodisolución (1943)47. La disolución de la IC (mayo de 1943), a pesar de los problemas de unidad que había e independientemente de si podía haberse mantenido o no, privó al movimiento comunista internacional del centro y la capacidad para la elaboración coordinada de una estrategia revolucionaria para la transformación de la lucha contra la guerra imperialista o contra la ocupación extranjera en una lucha por el poder estatal, como tarea común que concernía a cada Partido Comunista en las condiciones de su propio país48.
Independientemente de los factores que llevaron a la disolución de la IC, hay una necesidad objetiva de que el movimiento comunista internacional formule una estrategia revolucionaria unificada, planifique y coordine su actividad. Un estudio más profundo concerniente a la disolución de la IC debe tomar en consideración una serie de acontecimientos49, tales como: el cese de la actividad de la Internacional Sindical Roja en 1937, debido a que la mayoría de sus secciones se fusionaron con los sindicatos reformistas de masas o se afiliaron a estos sindicatos; la decisión del sexto Congreso de la Internacional Juvenil Comunista (1935), según la cual la lucha contra el fascismo y la guerra demandaba un cambio en el carácter de las organizaciones juveniles comunistas, que llevó en ocasiones a la unificación de organizaciones de juventud comunistas con juventudes socialistas (por ejemplo en España, en Lituania, etc).
Mientras la guerra provocaba una mayor agudización de las contradicciones de clase dentro de muchos países, la lucha antifascista condujo al derrocamiento del poder burgués sólo en los países de Europa central y del este, con el decisivo apoyo del Ejército Rojo a los movimientos populares.
En el occidente capitalista, los partidos comunistas no elaboraron una estrategia para la transformación de la guerra imperialista o la lucha de liberación nacional en una lucha para la toma del poder estatal. La estrategia del movimiento comunista no utilizó el hecho de que la contradicción entre capital y trabajo era una característica integral de la lucha antifascista y de liberación nacional en muchos países para plantear la cuestión del poder estatal, ya que el socialismo y la perspectiva del comunismo son la única solución alternativa a la brutalidad capitalista.
La ausencia de tal estrategia en los partidos comunistas no puede justificarse por la correlación de fuerzas negativa, debida a la presencia militar de tropas norteamericanas y británicas en una serie de países de Europa occidental. Los partidos comunistas están obligados a elaborar su estrategia independientemente de la correlación de fuerzas. Se produjo un abandono gradual de la tesis de que entre el capitalismo y el socialismo no puede existir un sistema social intermedio, y por ello no hay poder político intermedio entre el poder estatal de la burguesía y el de la clase obrera
Esta tesis sigue siendo válida, independientemente de la correlación de fuerzas, e independientemente de los problemas que pueden actuar como catalizador para acelerar los acontecimientos, como por ejemplo la agudización de las contradicciones inter-imperialistas, la guerra imperialista o los cambios en la forma del poder estatal burgués que pudieran tener lugar.
28. Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial se reformularon las alianzas. Los Estados capitalistas y las fuerzas oportunistas y burguesas que habían tomado parte en la lucha de liberación nacional en cada país (por ejemplo, fuerzas socialdemócratas) se unieron en contra del movimiento comunista y los Estados que llevaban a cabo la construcción socialista.
En estas condiciones, se volvieron aún más claros los resultados negativos derivados del incremento de la erosión oportunista de algunas secciones del movimiento comunista internacional. La falta de un vínculo orgánico entre los partidos comunistas tras la disolución de la IC, estando la unidad ideológica gravemente dañada, no permitió la formulación de una estrategia unificada del movimiento comunista internacional contra la estrategia del imperialismo internacional.
El “Buro de Información” de los Partidos Comunistas, que fue creada en 194750 y disuelta en 1956, así como los Encuentros Internacionales de PPCC posteriores, no pudieron gestionar adecuadamente estos problemas.
El sistema imperialista internacional se mantuvo fuerte después de la guerra a pesar del indudable fortalecimiento de las fuerzas socialistas. Inmediatamente después del fin de la guerra, el imperialismo, bajo la hegemonía de los EEUU, inició la “Guerra Fría”. Fue una estrategia cuidadosamente elaborada de socavamiento del sistema socialista.
La "Guerra Fría" incluyó la organización de una guerra psicológica, la intensificación del gasto militar para agotar económicamente a la URSS, redes de subversión y erosión del sistema socialista desde dentro, provocaciones abiertas y la incitación de sucesos contrarrevolucionarios (por ejemplo en Yugoslavia en 1947-48, en la RDA en 1953, en Hungría en 1956, en Checoslovaquia en 1968, etc.). Se siguió una estrategia diferenciada, económica y diplomática, hacia los nuevos Estados socialistas con el fin de romper su alianza con la URSS, con el fin de reforzar las condiciones para su corrupción oportunista.
Al mismo tiempo, el sistema imperialista, con los EEUU a la cabeza, creó una serie de alianzas militares, políticas y económicas, así como organizaciones crediticias internacionales (OTAN, Comunidad Europea, FMI, Banco Mundial, acuerdos de comercio internacional), que aseguraron la coordinación entre los Estados capitalistas y resolvieron algunas de las contradicciones entre ellos, con el fin de servir al objetivo estratégico común de lograr una presión sofocante sobre el sistema socialista. Organizaron intervenciones imperialistas, provocaciones sistemáticas y multifacéticas, así como campañas anticomunistas. Utilizaron las más modernas armas ideológicas para manipular a los pueblos, para crear un clima hostil contra los Estados socialistas y el movimiento comunista en general. Utilizaron en su favor las desviaciones oportunistas y los problemas de unidad ideológica del movimiento comunista. Apoyaron económica, política y moralmente toda forma de descontento o desacuerdo con el PCUS y la URSS. Pusieron miles de millones de dólares de sus presupuestos estatales al servicio de este objetivo.
29. La línea de “coexistencia pacífica”, tal como fue desarrollada en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial, hasta cierto punto en el XIX Congreso (octubre de 1952)51 y principalmente en el XX Congreso del PCUS (1956)52, reconocía la brutalidad imperialista y la agresión de los EEUU y Gran Bretaña y de ciertas secciones de la burguesía y sus respectivas fuerzas políticas en los Estados europeos capitalistas occidentales, pero no como un elemento integral del capitalismo monopolista, del imperialismo. De esta manera, se permitió el desarrollo de visones utópicas, como la de que es posible para el imperialismo aceptar a largo plazo la coexistencia con fuerzas que han roto su dominación mundial.
Desde el XX Congreso del PCUS (febrero de 1956) y su tesis de una “variedad de formas de transición al socialismo bajo ciertas condiciones”, la línea de “coexistencia pacífica” también se vinculó a la posibilidad de una transición parlamentaria al socialismo en Europa, estrategia que ya existía en varios Partidos Comunistas y que acabó por triunfar en la mayoría de ellos. En esencia, esta tesis constituía una revisión de las lecciones de la experiencia revolucionaria soviética y era una estrategia reformista socialdemócrata. La estrategia unificada del capitalismo contra los estados socialistas y el movimiento obrero en los países capitalistas fue subestimada. No se analizaron correctamente las contradicciones entre los estados capitalistas, las cuales indudablemente contenían el elemento de la dependencia como es inevitable en la pirámide imperialista. Triunfó el análisis de que había una relación de “subordinación y dependencia” de todo país capitalista hacia los EEUU53. Se adoptó la estrategia del “gobierno antimonopolista”, una especie de etapa entre el socialismo y el capitalismo, que también resolvería los problemas de “dependencia” hacia los EEUU. Esta línea fue adoptada incluso por el PC de los EEUU, es decir, el PC del país que estaba en la cumbre de la pirámide imperialista. En la práctica política, esta línea encontró expresión en la participación de partidos comunistas en gobiernos que administraban el capitalismo en alianza con la socialdemocracia.
Así fue como los partidos comunistas escogieron una política de alianzas que incluía a fuerzas de la burguesía, aquellas definidas como de “pensamiento nacionalista” en contraposición a aquellas que se consideraban serviles hacia el imperialismo extranjero. Tales visiones dominaron también en la parte del movimiento comunista que después de la ruptura de 1960 se orientaba hacia el PC de China y constituyó la corriente maoísta.
La actitud de muchos partidos comunistas hacia la socialdemocracia era parte de esta estrategia. La visión de que la socialdemocracia estaba dividida en un ala "izquierda" y en un ala “derecha” fue dominante en los partidos comunistas, debilitando seriamente la lucha ideológica contra la socialdemocracia. En nombre de la unidad de la clase obrera, los partidos comunistas hicieron una serie de concesiones ideológicas y políticas, mientras que las declaraciones con respecto a la unidad que venían del lado de la socialdemocracia no apuntaban al derrocamiento del sistema capitalista, sino a la separación de la clase obrera de la influencia de ideas comunistas y su alienación como clase.
En Europa Occidental, en las filas de muchos PPCC, bajo el pretexto de las peculiaridades nacionales de cada país, fue dominante la corriente oportunista conocida como “Eurocomunismo”, que negaba las leyes científicas de la revolución socialista, la dictadura del proletariado y la lucha revolucionaria en general.
Ambas secciones del movimiento comunista (la que estaban en el poder y la que no) sobreestimaron la fuerza del sistema socialista y subestimaron la dinámica de reconstrucción capitalista de posguerra. Al mismo tiempo, se agravó la crisis en el movimiento comunista internacional, expresada inicialmente con la ruptura de relaciones entre el Partido Comunista de la Unión Soviética y el Partido Comunista de China y, posteriormente, con la creación de la corriente conocida como “Eurocomunismo”.
La interacción recíproca del oportunismo del momento entre los partidos comunistas de los países capitalistas y los partidos comunistas gobernantes se reforzó en las condiciones de temor a un ataque nuclear contra los países socialistas, de agudización de la lucha de clases dentro de los Estados socialistas (Europa oriental y central) y de nuevas guerras imperialistas (Vietnam, Corea). Las tácticas flexibles del imperialismo tuvieron un impacto en el desarrollo del oportunismo en los partidos comunistas de los Estados socialistas, en el socavamiento de la construcción socialista y de la lucha revolucionaria en la Europa capitalista y en todo el mundo. Así, directa e indirectamente, se reforzó la presión imperialista sobre los Estados socialistas utilizando, entre otras, tanto a la corriente eurocomunista como a las corrientes trotskista y maoísta quienes, en menor o mayor medida, apoyaron los ataques imperialistas contra la URSS y el resto de países socialistas.
Una evaluación de la postura del KKE
30. El XIV congreso del KKE (1991) y la Conferencia Nacional (1995) realizaron un ejercicio de autocrítica con respecto a lo siguiente: como partido no pudimos evitar la idealización del socialismo tal como fue construido en el siglo XX. Subestimamos los problemas que observábamos, atribuyéndolos principalmente a factores objetivos. Los justificábamos como problemas en el desarrollo del socialismo, algo que se ha demostrado no corresponder a la realidad. Subestimamos la complejidad de la lucha con los restos heredados del pasado; sobreestimamos el rumbo de desarrollo socialista, a la vez que subestimábamos la tenacidad del sistema imperialista internacional.
Nuestra autocrítica se refiere a nuestra percepción equivocada acerca de las causalidades del socialismo y la naturaleza de las contradicciones en el proceso de formación y desarrollo de la nueva sociedad. La posición adoptada por nuestro Partido fue una parte del problema. Nuestra capacidad para llegar a las conclusiones correctas se vio restringida por el hecho de que nuestro Partido no puso la atención debida a la necesidad de adquirir suficiencia teórica para promover el estudio creativo y la asimilación de nuestra teoría, para utilizar la rica experiencia de la lucha de clases y revolucionaria, para contribuir con sus propias fuerzas al desarrollo creativo de tesis ideológicas y políticas basadas en las condiciones en desarrollo. En gran parte, como partido, adoptamos análisis teóricos y elecciones políticas erróneas del PCUS.
Nuestra actitud fue influida en gran medida por la formalidad de las relaciones que surgieron entre los partidos comunistas, la adopción acrítica de tesis del PCUS con respecto a cuestiones teóricas e ideológicas. De nuestra experiencia surge la conclusión de que el respeto hacia la experiencia de otros partidos debe ser combinado con un juicio objetivo sobre sus políticas y prácticas, con la crítica de camaradas hacia los errores y la oposición a las desviaciones.
La conferencia de 1995 criticó el hecho de que nuestro partido aceptara acríticamente la política de la Perestroika, valorándola como una política de reforma que beneficiaría al socialismo. Este hecho refleja el reforzamiento del oportunismo dentro de las filas del Partido en este período.
Este tratamiento crítico de la postura del KKE en relación a la construcción socialista no denigra el hecho de que nuestro Partido, a lo largo de su historia, fiel a su carácter internacionalista, defendió el proceso de construcción socialista en el siglo XX, con las vidas de miles de sus militantes y cuadros. De manera militante realizó propaganda sobre la contribución del socialismo. La defensa de la contribución del socialismo en el siglo XX fue y es la elección consciente de nuestro Partido en el pasado y hoy después de las evoluciones negativas.
El KKE no se unió a las fuerzas que, surgidas del movimiento comunista y en el nombre de la crítica a la URSS y los otros países, fueron llevadas a la negación del carácter socialista de estos países, a la adopción de la propaganda del imperialismo; tampoco hizo una revisión de su defensa del socialismo, a pesar de sus debilidades.
Asuntos que exigen un mayor estudio
31. Sobre la base de los análisis y directrices anteriores, el nuevo CC debe organizar el estudio más profundo y la extracción de conclusiones sobre una serie de temas:
- Las formas de organización de la participación de los obreros, sus derechos y deberes, durante los diferentes períodos del poder soviético, tales como los Comités Obreros y los Consejos de Producción de los años 20, el movimiento stajanovista de los años 30, en contraste con los “consejos de autogestión” de la perestroika. Su relación con la Planificación Central y el alcance del carácter social de la propiedad sobre los medios de producción.
- El desarrollo de los soviets como forma de la dictadura del proletariado. Cómo se llevó a cabo la relación “Partido – Soviet – clase obrera y fuerzas populares” en las diferentes fases de la construcción socialista en la URSS. Los temas relativos a la degradación funcional de la unidad de producción como núcleo de organización del poder obrero, con la abolición del principio de la unidad de producción como unidad electoral y de la elección indirecta de delegados por medio de congresos y asambleas. El impacto negativo en la composición de clase de los órganos estatales superiores y la aplicación del derecho de revocación de los delegados.
- El desarrollo de la política salarial que se siguió durante el rumbo socialista de la URSS. La evolución de la estructura de la clase obrera. Un mayor estudio de la relación entre lo individual y lo social en la producción y distribución del producto de la producción socialista.
- El desarrollo de las relaciones de propiedad y distribución en la producción agrícola en la URSS. Las diferencias entre trabajadores en las unidades de producción socialistas y en los servicios y la estratificación en el seno de los productores agrícolas privados y cooperativos.
- Los desarrollos en la composición de clase del Partido, en su estructura y funcionamiento y su impacto en el ámbito ideológico y en las características revolucionarias del Partido, sus miembros y cuadros.
- La evolución de las relaciones entre los estados miembros del CAME, así como las relaciones económicas entre los estados miembros del CAME y los estados capitalistas, especialmente durante el período en que la construcción socialista empezó a retroceder.
- Cómo la forma (Democracia Popular) del poder obrero estatal se expresó en los otros estados socialistas, la alianza de la clase obrera con las capas pequeñoburguesas y la lucha entre ellas. Las influencias nacionalistas burguesas en algunas políticas de los partidos comunistas en el poder, por ejemplo en el PCCh, la Liga de Comunistas Yugoslavos. Cómo la unificación tras 1945 con secciones de la socialdemocracia afectó al carácter de los partidos comunistas en el poder, por ejemplo, el Partido Obrero Unificado Polaco, el Partido Socialista Unificado en Alemania, el PC de Checoslovaquia o el Partido Obrero Socialista Húngaro.
- El curso de la Internacional Comunista y de la evolución de la estrategia del movimiento comunista internacional.
- El desarrollo de la correlación de fuerzas internacional y su influencia en el crecimiento del oportunismo en el PCUS. Clarificación de los factores que llevaron a la supremacía del oportunismo en el PCUS.