Sin embargo, el peor de todos los servicios que ofrece el PCFR es el ocultamiento total de las verdaderas causas de las guerras imperialistas que, al igual que la guerra estallada en Ucrania, se libran para servir los intereses de los monopolios y de las clases burguesas, no de los pueblos. Son guerras por las materias primas, los recursos naturales, las rutas de transporte de mercancías, pilares geopolíticos, cuotas de mercado. No es posible que el PCFR no conozca la importancia que tienen para el capital ruso, así como para el capital occidental, los recursos naturales de Ucrania, sus recursos minerales, p.ej. el titanio ucraniano, imprescindible para la industria de construcción de aviones y otras, o los puertos de Mariupol y Odessa, o las tierras fértiles cultivables de Ucrania, o la base industrial de Ucrania que se ha reducido en comparación con el período del socialismo, pero todavía sigue siendo importante, la enorme red de tubos de energía que atraviesan este país. Además, no es posible que el PCFR no se dé cuenta del antagonismo feroz que se desarrolla entre los Estados burgueses en muchas regiones del mundo, por los recursos, las rutas de transporte y los tubos de energía, por las cuotas de los monopolios en el mercado de energía en Europa, las cuotas del mercado de armas, etc. Se trata de una competencia imperialista en la que intervienen los monopolios y los estados de la UE, EE.UU, Rusia, China y otros “actores” regionales como son Turquía, Israel, las monarquías del Golfo, etc.
El PCFR con su postura se pone del lado de los monopolios rusos y chinos en su antagonismo con los monopolios occidentales y otros, que todos juntos han convertido al pueblo de Ucrania en un “saco de boxeo”. Este partido desde hace muchos años corteja con aproximaciones y fuerzas nacionalistas que se presentan como “patrióticas”. El Presidente del PCFR en su libro “Globalización y el destino de la humanidad” (2002) acoge el punto de vista del estadounidense Samuel Phillips Huntington sobre el “choque de civilizaciones”, según el cual los choques ya no se realizan entre Estados, sino entre potencias con diferentes tradiciones culturales. Por lo tanto, en los movimientos de cerco de Rusia por la OTAN, la UE y EE.UU. destaca una “guerra total” contra Rusia, desatada por los países de los llamados “mil millones de oro” como son caracterizados los primeros 30 países integrados en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), y entre ellos Grecia, con una población total cerca de mil millones. Según esta percepción se nota una mitigación de las contradicciones socio-clasistas en la sociedad de los “mil millones de oro” y ya la contradicción básica se expresa a nivel internacional “sobre la base del eje `Norte rico-Sur pobre´ no menos agudamente de que estas separaban al proletario de su explotador en el marco de un país separado”[1]. El documento programático del PCFR no reconoce el carácter imperialista de la Rusia actual, mientras que se considera que “la Federación Rusa se convierte en el objeto de un nueva redistribución del mundo, en un apéndice de materias primas para los estados imperialistas” y además se destaca que: “En la segunda mitad del siglo XX debido a la explotación depredadora de los recursos del planeta, a través de la especulación financiera, las guerras y la utilización de nuevos métodos sofisticados de colonización, un grupo de países capitalistas desarrollados, los llamados “mil millones de oro” pasaron a la fase de la “sociedad de consumo”, en la que el consumo de función física del cuerpo humano se transforma en una “obligación sagrada” del individuo, cuya realización entusiasta se determina por completo su estatus social...”[2]. Según este enfoque aclasista y desorientador, a los “mil millones de oro” se opone el llamado “mundo ruso” que es una de las líneas principales de la política exterior actual del Estado burgués ruso. Bajo este concepto se esconde la utilización por parte de Rusia de millones de rusos y rusoparlantes para las decisiones del capitalismo ruso. “Todos estamos obligados a defender el mundo ruso (...) El mundo ruso se ha estado reuniendo durante mil años. Y lo han reunido no solo rusos, sino además ucranianos y bielorrusos. Compartimos una fe común, victorias comunes, un idioma, una cultura”, dijo el Presidente del PCFR en su discurso en el parlamento ruso durante la discusión por el reconocimiento de las llamadas “Repúblicas Populares”[3]. Sobre esta base el PCFR brinda pleno apoyo a la política exterior de la clase dominante rusa, a la formación de uniones capitalistas interestatales, que forma en el territorio de la antigua URSS, como la Unión Económica Euroasiática y la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC). Es característico que el enero pasado el PCFR apoyó la misión militar de los miembros de la OTSC a Kazajstán para reprimir el levantamiento obrero-popular.
En conclusión, mientras que el PCFR declara que su objetivo es el socialismo, al mismo tiempo su programa, que pretende implementarlo a través de procesos electorales-parlamentarios, es un programa de reformas para la gestión del sistema capitalista, plenamente conforme con los objetivos de la burguesía rusa, los planes del Estado burgués, lo cual se refleja también en asuntos de política exterior.